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Foro de San Pablo ¿qué es y cuál es su historia?
Carlos Baraibar y José Bayardi

 
Miércoles, 23 de agosto de 2000

 
La invitación cursada en 1990 por el Partido de los Trabajadores de Brasil a otras organizaciones de izquierda de América Latina y el Caribe para realizar un intercambio sobre los problemas económicos, sociales y políticos del continente y buscar soluciones alternativas a los modelos conservadores y neoliberales hizo posible que en aquella oportunidad se reunieran 48 partidos y frentes de 13 países.

El embate neoliberal que hacía estragos en el continente, arrasando conquistas sociales y extendiendo la pobreza, por un lado, y la crisis del modelo de "socialismo real" que conduciría poco después al derrumbe de la Unión Soviética y los regímenes del este europeo y que generó incertidumbres e intensas polémicas sobre el destino de la izquierda, por otro, determinaron que la iniciativa del PT tuviera amplia receptividad. También contribuyó a ello el prestigio alcanzado por la organización convocante, que en 1989, con más de 31 millones de votos para su candidato Luiz Inacio Lula da Silva, había disputado la presidencia de Brasil al luego depuesto presidente Fernando Collor de Mello y obtenido el gobierno de varias de las principales municipalidades del país.

Como nunca la izquierda de América Latina y el Caribe requería un ámbito de debate, y éste se abría ahora con promisorias posibilidades. La oportunidad no se desaprovechó: el carácter fermental de las deliberaciones hizo posible que, a partir de entonces, esa instancia de diálogo se reiterara año a año en diferentes países. Aunque desde la derecha se ha intentado desvirtuar el contenido y los propósitos del Foro de Sao Paulo -denominación que se mantuvo tras la primera convocatoria en la ciudad brasileña-, hoy es uno de los ámbitos de debate multipartidario más importantes del continente, en el que participan gran cantidad de organizaciones de todos los países latinoamericanos, además de invitados de otros continentes.

En ese espacio plural hacen oír sus opiniones fuerzas de izquierda de los más diversos orígenes, algunas con ocho décadas de historia y otras creadas recientemente; marxistas y no marxistas; de inspiración social cristiana -algunas de las cuales identificadas con la Teología de la Liberación-, grupos nacionalistas o de raíz anarquista; agrupamientos con y sin definición socialista con posturas democrático avanzadas y progresistas; sectores desprendidos de viejos partidos históricos, liberales, socialdemócratas o demócrata cristianos; organizaciones con dilatadas trayectorias dentro del sistema político legal de sus respectivos países, otras obligadas a extensos recorridos por los caminos de la clandestinidad, entre ellas varias que en determinados períodos han transitado por la vía armada -algunas de las cuales lograron recientemente o están en vías de obtener el reconocimiento legal y nuevas condiciones para actuar en el marco institucional-; fuerzas de gobierno, como el Partido Comunista de Cuba, o que están al frente de municipalidades de importantes ciudades, como acontece en Brasil y Uruguay, o que han estado a punto de ganar las elecciones nacionales y se han transformado en opciones claras de gobierno; sectores de reciente formación, pequeños y grandes, que emergen en las nuevas condiciones políticas tras la caída de las dictaduras que gobernaron en gran parte del continente hasta la década del 80; fuerzas arraigadas en el movimiento obrero, entre los campesinos, entre la intelectualidad y los estudiantes o en otros estractos sociales, incluyendo sectores empresariales pequeños y medianos.

Esta diversidad no ha obstado para que, más allá de la absoluta independencia que, como dijimos, mantienen estas organizaciones, se expresen y reafirmen en cada encuentro un conjunto de coincidencias básicas. Ellas tienen que ver con la necesidad no sólo de oponerse al neoliberalismo sino de proponer e impulsar alternativas viables, que aseguren el crecimiento con equidad, que conjuguen el combate a la inflación y el equilibrio fiscal con la justicia social.

En cada encuentro se ha reafirmado la democracia como una preciosa conquista de los pueblos que debe fortalecerse mediante las imprescindibles transformaciones económicas y sociales y la ampliación de los derechos cívicos y las libertades que faciliten la participación popular y su incidencia decisiva en los procesos políticos.

Otro aspecto reiteradamente subrayado en el Foro de Sao Paulo es la necesidad de que la izquierda sea en todos los países una opción efectiva de gobierno, que trascienda el rol opositor para constituirse en una fuerza en condiciones de regir los destinos de las naciones, con propuestas viables, coherentes y funcionales a sus objetivos, y una adecuada política de alianzas que garantice las mejores condiciones no sólo para conquistar el gobierno sino para asegurar la consolidación y profundización de los procesos de transformación en las nuevas condiciones nacionales, regionales y mundiales.

También se ha expresado en el Foro una firme postura antimperialista y solidaria, de rechazo a las intervenciones practicadas por EEUU contra varios países, a las diferentes formas de prepotencia contra los pueblos y al injustificable e inhumano hostigamiento contra Cuba.

Los grandes cambios operados en el mundo y en el continente, en el marco de la denominada "globalización" y de los procesos de integración regional, así como la desaparición del campo socialista con la URSS como principal potencia y del mundo bipolar, plantean a la izquierda nuevos desafíos teóricos y prácticos. Se requiere un inmenso esfuerzo intelectual, una importante renovación del pensamiento político y una aguda capacidad crítica y autocrítica. Este proceso de elaboración teórica, de búsqueda de caminos de transformación que contemplen las diversas realidades y tradiciones nacionales de cada país, debe darse en estrecho contacto con las movilizaciones sociales en un continente donde el hambre, la desocupación, la inseguridad, las carencias de vivienda y otros graves padecimientos recaen sobre millones y millones de seres humanos.

Los orígenes diversos, las diferentes concepciones ideológicas, los distintos niveles de experiencia y la variedad de condiciones en que desenvuelven su actividad los partidos participantes no han sido obstáculo para que los sucesivos encuentros fueran confirmando la vigencia y fertilidad del Foro de Sao Paulo. Al mismo tiempo, es natural y saludable, porque habla de la autenticidad y representatividad de sus debates, que se manifiesten también diferencias de interpretación sobre los nuevos fenómenos mundiales y distintas concepciones metodológicas.

El Foro no mantendría esa vigencia ni se proyectaría con posibilidades hacia el futuro si en su seno no se expresase el debate contemporáneo de la izquierda y si éste no se asumiese con espíritu de tolerancia y fraternidad. Los contenidos de los documentos han reflejado un consenso mínimo y no han traducido necesariamente todas las posiciones de las organizaciones que forman parte del Foro. Incluso no todas las valiosas elaboraciones plasmadas en documentos del Grupo de Trabajo de algunos encuentros han sido recogidas en las resoluciones finales al no registrarse los necesarios consensos.

El Foro de Sao Paulo no es ni pretende ser una nueva Internacional, ni una estructura orgánica que impone condicionamientos a quienes participan, ni un trasmisor de unanimidades. Es, por el contrario, una instancia pluralista, abierta y libre de debates, que procura contribuir a la elaboración de políticas alternativas en favor de los pueblos, de la plena independencia y de la democracia en el continente. No hay en el Foro espacio para hegemonismos ni imposiciones, y, como se ha dicho, se expresan en él organizaciones de distintos signos ideológicos y políticos. Es asimismo un espacio de socialización de experiencias y de articulación de acciones de solidaridad, en el que se reivindican los valores de la democracia, la libertad, la justicia social, el progreso material y espiritual de las naciones y la elevación de la calidad de vida de los pueblos.

Luego de la primera reunión de Sao Paulo, convocada por el Partido de los Trabajadores de Brasil, que se realizó entre el 1 y el 4 de julio de 1990, tuvo lugar el II Encuentro en Ciudad de México, entre el 12 y el 15 de junio de 1991, donde la organización anfitriona fue el Partido de la Revolución Democrática, presidido por Cauhtémoc Cárdenas, otra de las fuerzas de izquierda con mayor arraigo popular y expectativas de gobierno en el continente. En este oportunidad participaron 68 fuerzas políticas pertenecientes a 22 países latinoamericanos y caribeños, agregándose como observadores delegaciones de Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Italia y Unión Soviética. En el II Encuentro se resolvió crear el Grupo de Trabajo (GT), cuya función sería el mantenimiento de los vínculos entre los partidos y la preparación de documentos que sirviesen de base para las deliberaciones de los sucesivos encuentros. El GP quedó integrado por el Partido de los Trabajadores de Brasil, Izquierda Unida de Perú, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, Partido Comunista de Cuba, organizaciones del Frente Amplio de Uruguay, Partido de la Revolución Democrática de México, Movimiento Lavalas de Haití y Movimiento Bolivia Libre. Esta integración no es inamovible y puede experimentar variantes circunstanciales.

Lo distintivo en cuanto a participación en el III Encuentro, organizado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua y efectuado en Managua entre el 16 y el 19 de julio de 1992 en el entorno del 13° aniversario de la revolución sandinista, fue la presencia, junto a las 62 organizaciones continentales (no pudieron participar Lavalas por el golpe que depuso al presidente Bertrand Aristide en Haití, ni el Partido Revolucionario Democrático de Panamá por la intervención de EEUU en ese país), de una multiplicidad de delegaciones extracontinentales: dos de Africa, nueve de Asia, 21 de Europa y 11 de Estados Unidos.

El IV Encuentro del Foro de Sao Paulo se realizó en La Habana, entre el 21 y el 24 de julio de 1993, en el entorno del 40° aniversario del asalto al cuartel Moncada, hito histórico en la lucha contra la dictadura batistiana. Fue organizado por el Partido Comunista de Cuba y promovido con gran vigor por el propio presidente Fidel Castro, quien en la oportunidad propuso cambios radicales en la integración del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en el ejercicio del derecho de veto, reclamando que se ajuste a las nuevas condiciones internacionales. Concurrieron 112 organizaciones miembros, 25 de observadores de la región y 43 de América del Norte, Europa, Asia, Africa y Oceanía, más invitados especiales de organismos internacionales, haciendo un total de 356 participantes.

El V Encuentro tuvo como sede Montevideo, en mayo de 1995, y fueron sus organizadores grupos políticos integrantes del Frente Amplio de Uruguay. En esta reunión se continuó avanzando, entre otros tópicos, en el análisis de las posibilidades de la izquierda de acceder al gobierno en varios países de América Latina a la luz de los importantes avances registrados por varios frentes y partidos, entre ellos el Frente Amplio, que pocos meses antes había logrado una votación histórica en las elecciones nacionales, con el 30 por ciento de los sufragios y muy pocos votos por debajo de los dos partidos tradicionales: el Colorado, que triunfó, y el Nacional. En dichas elecciones el FA volvió a ganar en Montevideo, donde reside cerca de la mitad de la población del país, incrementando su votación, que llegó casi al 45 por ciento.

En 1996 el VI Encuentro del Foro de Sao Paulo se efectuó en San Salvador, organizado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, entre el 26 y el 28 de julio de 1996, en el marco de nuevas posibilidades para la pacificación del país y el desenvolvimiento de la democracia tras la heroica lucha del pueblo y del FMLN, con el significativo aporte, también, de Convergencia Democrática. Estuvieron presentes 187 delegados pertenecientes a 52 organizaciones miembros, 144 organizaciones invitadas representadas por 289 participantes y 44 observadores integrantes de 35 organizaciones de América, Africa, Asia y Europa. Fueron significativos los aportes que en el Grupo de Trabajo se hicieron, entre otros aspectos, sobre la mundialización y acerca de las posibilidades de los procesos de integración en la región.

El VII Encuentro del Foro se realizó del 31 de julio al 3 de agosto de 1997 en la ciudad brasileña de Porto Alegre, gobernada por más de ocho años por el PT, organizador de la reunión.

NOTA: Este artículo fue elaborado por los diputados frenteamplistas Carlos Baraibar y José Bayardi como introducción a su libro "VI Encuntro del FSP - Materiales preparatorios y resoluciones"

Para mayor información ver página web http://www.montevideo.com.uy/asamblea/forosp.htm#Foro

 
 

 

 


 
 
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